.::Flashback de un juego de hace años[…*]

JUEGO.

(20 de mayo del 2009)

 

Mariana continuaba en aquel callejón, el sonido de los tacones se agudizaba en la acera –el sonido era inquietante, incesante.

La inundación del plasma recorría todos los pasos de ella, los subsecuentes callejones eran macerados y convertidos en un bonito florero de adorno (sí uno de los tantos adornos que se compran con los bonos de trofeos malogrados); el café algo adorado y sublimado era la taza perfecta de un nuevo jefe y con ella la generación de puntos indefinidos y por ende vidas ajenas y paralelas en el mundo llamado vida.

Fue el día en que Mariana perdió su trabajo, no necesariamente se había quedado desamparada y sin un abrigo, pero sí, ese día conoció el primer movimiento de la paradoja que estaba recorriendo en estos instantes, él le dijo:

-Nos veremos el próximo domingo en los callejones número 3.

Pero ¿por qué en los callejones de tintura suelta?, ¿no podría acaso ser en los salones de la estancia? Sí quizá algo desconcertante el asunto más sin embargo placentero resultaba para aquel ofrecimiento con fecha de vencimiento y de caducidad maltrecha.

Yo recordaba cada movimiento de él, cada gesticulación suya, cada aroma pleno y lleno de vida.

-¿Quizás podría verte el próximo domingo?- me dijo.

– Si quieres- sólo logré decir eso entre mis ruborizadas mejillas.

-Nos veremos el próximo domingo en los callejones número 3, me parece perfecto, por el momento me retiro tengo que estar en la plaza solicitando aquello- y se alejó lentamente.

-Si está bien- sólo eso alcancé a susurrurar mientras él llevaba ya algo de camino recorrido, no me escuchó lo sé.

 

Y Mariana se aferraba a un abismo, pero sí a kilómetros no había señalización alguna de abismo, pero en el jugueteo de la razón la primera palabra con trasfondo – y vaya fondo tiene abismo – es la palabras más enigmática y maliciosa y de mayor impresión, muy cierto.

Ya sabe hoy el lector que en estos tiempos los significados pueden tener muchos preceptos: si sentimentalismos.

Bueno el sonido de los tacones se intensificaba en la acera, la lluvia (si en un momento de la narración comenzó a llover estrepitosamente), salpicaba las medias de Mariana, los tacones se convirtieron de un lindo rojo a un no peor gris/cafesoso de la suciedad callejera.

En su mente continuaba dibujando y contemplando gesticulaciones imaginarias y meditaba entre la oscuridad y las pocas luces de una esquina de un callejón, había parado, los tacones la mataban.

La suerte para ella era muy desafortunada, siguió caminando, programando cada paso para soportar la caminata.

El día esperado, eso era el por que de traer zapatos de tacones altos, era la segunda vuelta que daba y el arlequín de bienvenida ya estaba dando saltos, su cara llena de cartas entre corazones, diamantes y demás, una escena algo grotesca y llena de recuerdos que no se deben recordar.

Sus ojos me siguen a cada instante, tan penetrantes, tan inquietantes; el negro oxido que trazaba en las paredes fáciles direcciones para no perderte en un segundo estaba vigente desde eones y continuaría allí eones después de éste encuentro, sí el último encuentro o desencuentro debería constatar de ello.

Fotografié cada movimiento de ella, y la cautive con cada sensación, la recreé con palabras y con ellas la dejé ir con pensamientos acordes a lo que llegaría a ser la próxima vez.

– El domingo te veré ¿cierto?

– Si eso creo, mm en los callejones te parece.

– Mmm no entiendo por qué ahí, pero está bien nos veremos ahí en los callejones, pero ¿qué número?

– En el número 3, bueno ya se termino el tiempo…

Y simple y sencillamente se retiró sin decir nada más al respecto.

 

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